4 DE JULIO: ¿COMO COMENZÓ LA REBELIÓN Y COMO CONSIGUIÓ USA LA INDEPENDENCIA?

Ni la fecha debía ser la que finalmente fue ni el país era lo que hoy es, pero lo cierto es que el 4 de julio es la gran fiesta nacional de Estados Unidos. Los estadounidenses celebran su Independence Day con todo tipo de actividades y festejos, entre los que destaca la explosión de espectaculares fuegos artificiales en todo el país.
Este año, además, el presidente Donald Trump decidió marcar el día con un desfile militar en Washington DC que ha suscitado incomodidad y polémica en algunos sectores. Tanques, aviones de combate e invitados VIP: el polémico despliegue con el que Trump celebra el Día de la Independencia. Pero ¿qué pasó exactamente el 4 de julio y cómo se independizó Estados Unidos?
Si bien el 4 de julio de 1776 se señala como el día en que nació Estados Unidos, el territorio que se independizó de los británicos era mucho más pequeño que el país que conocemos actualmente. Se trataba de 13 colonias que tenía Reino Unido en la costa este de América del Norte y que, de norte a sur, eran: Massachusetts, Nuevo Hampshire, Rhode Island, Connecticut, Nueva York, Pensilvania, Nueva Jersey, Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia.
Fueron fundadas en los siglos XVII y XVIII por colonos británicos y tenían sistemas políticos, constitucionales y de leyes muy similares entre sí. Formaban parte de los territorios de Gran Bretaña en el Nuevo Mundo, que también tenía colonias en la actual Canadá y el Caribe, así como en el este y en el oeste de Florida.
Durante el siglo XVIII, el gobierno central administraba sus propiedades en las colonias para beneficio de la metrópoli desde un enfoque mercantilista. Fuera de eso, las 13 colonias gozaban de un alto grado de autonomía, celebraban elecciones locales y, a partir de 1750, comenzaron a colaborar entre sí con lo que cultivaron un sentido de identidad compartido. Esto sirvió de base para desencadenar años después la revolución y el movimiento independentista. En 1763 finalizó la guerra de los Siete Años que involucró a la mayoría de las grandes potencias de la época y en la que los dos principales contrincantes fueron Francia y Gran Bretaña.
La principal finalidad del conflicto era establecer la supremacía colonial en todo el mundo y por eso esta guerra tuvo lugar en varios frentes: Europa, Norteamérica, Centroamérica, África Occidental, India y Filipinas. Con la firma del Tratado de París entre Francia, España y Gran Bretaña en 1763, los franceses renunciaron a sus aspiraciones sobre las 13 colonias británicas en Norteamérica. Pese a haber prevalecido, los británicos quedaron en una situación muy delicada, con un Tesoro prácticamente en bancarrota. Es en ese momento cuando la metrópoli decidió imponer sobre las colonias una serie de impuestos (del azúcar, del sello, del té) que fueron muy impopulares y que cimentaron la rebelión.
LA PRIMERA REVOLUCIÓN – Este conflicto abrió la era de las revoluciones de la edad contemporánea y supuso la primera lucha independentista en la serie de procesos de descolonización que vinieron después. Las fuerzas británicas eran en principio más poderosas que las de los colonos, pero estos batallaban en su terreno y no desistieron pese a las batallas perdidas. Durante el invierno de 1775-1776, los miembros del Congreso Continental de las colonias se dieron cuenta de que las opciones de reconciliación con los británicos disminuían y que la independencia era la única vía de acción.