ROSÁCEA

La rosácea es una enfermedad cutánea sin causa conocida, caracterizada por el enrojecimiento de las mejillas del paciente y la aparición de pequeñas pústulas, lo que suele afectar a la vida social del afectado.
El diagnóstico de la rosácea es clínico. Bastará con una entrevista médica y una exploración de las lesiones faciales para que el dermatólogo llegue al diagnóstico correcto. Durante la entrevista se preguntará por la duración de las lesiones, si son permanentes o surgen en brotes, si presentan cambios desde que aparecen hasta que curan y si al sanar la piel ésta presenta su aspecto normal. También se indagará sobre si hay situaciones que produzcan empeoramiento notable de la piel (ejercicio, exposición solar, comer ciertos alimentos, beber alcohol, etcétera).
Los síntomas que el paciente cuente al médico también son muy importantes, ya que la sensación de irritación, quemazón o hipersensibilidad de la piel afectada es muy característica de la rosácea.
Otra prueba que suele realizarse en muchos pacientes con rosácea es tomar una muestra de la piel para observar al microscopio y así comprobar si existe infección con el ácaro Demodex, que vive en los poros y folículos pilosos, alimentándose de piel muerta y que en ocasiones se asocia a este trastorno, lo que ayuda a orientar el diagnóstico y el tratamiento.
TRATAMIENTOS NATURALES PARA LA ROSACEA ACEITE DE COCO – Gracias a su potente acción antibacteriana y antiinflamatoria, reduce inflamaciones en el intestino, haciendo que ocurra una menor absorción de los alimentos procesados que pueden causar rosácea. Puede ser ingerido tanto puro como en la preparación de platos, comidas y también puede ser aplicado en la piel para hidratación y alivio del enrojecimiento.
ALOE VERA – El gel de esta planta, tiene acción regeneradora, cicatrizante e hidratante. Se debe retirar la hoja, dejar escurrir la resina, retirar la parte verde y almacenar el gel de la planta en un recipiente para aplicar en las áreas afectadas.
AGUA DE ROSAS – El agua de rosas posee propiedades antisépticas. Para utilizarla sólo basta con hervir los pétalos de 1 rosa en 1 litro de agua, dejar enfriar y almacenar en la nevera para lavar la cara siempre que el problema surja o todos los días por la mañana. Este agua también se puede encontrar ya envasada.
ACEITE ESENCIAL DE LAVANDA – Posee propiedades antisépticas y antiinflamatorias. Puede aplicarse directamente a la piel, pero es necesario hacer una prueba en un pequeño pedazo de piel para comprobar si no tenemos ningún tipo de reacción alérgica.
MIEL – Tiene propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias que ayudan a reducir el enrojecimiento además de hidratar la piel.
SALMON – Debido al alto contenido de ácidos grasos saludables Omega 3, tiene una acción similar al aceite de coco, ayudando en la reducción de inflamaciones y siendo mejor absorbido por el organismo. Puede ser una gran fuente de proteína en sustitución de otras más grasas que empeoran los casos de rosácea.
PEPINO – Esta hortaliza es bastante utilizada para distintos tratamientos del cutis debido a su capacidad de hidratación, ya que contribuye a abrir los poros y disminuir el tamaño de los vasos sanguíneos, eliminando el enrojecimiento.
TE VERDE – Contiene extractos antiinflamatorios, fitoprotetores y capacidades antioxidantes, además de catequinas y compuestos orgánicos volátiles que cuando se mezclan, se convierten en un excelente aliado para el tratamiento de la piel.
CURCUMA – Posee propiedades anti-inflamatorias, por lo que debe ser incorporada a la dieta como un todo, desde la preparación de las comidas hasta jugos y ensaladas. Pero no es indicado aplicarla directamente en la piel, ya que puede empeorar el irritamiento.
AVENA – Además de ayudar a hidratar la piel, elimina el enrojecimiento. Para ello basta con hacer una pasta con harina de avena y agua. Aplicar en la cara durante entre 20 y 30 minutos, y luego quitar y aclarar con agua.